Capítulo
1
Victoria lee:
“Es difícil
encontrar al hombre ideal. ¿Aún no
has encontrado al tuyo? No desesperes. Merece la pena esperarlo. Lo reconocerás por su aspecto elegante y
cortés, su actitud resuelta y su confianza en sí mismo. Créanme, hay un hombre ideal para cada una
de nosotras esperando a la vuelta de la esquina”.
Artículo “49
Cualidades Del Hombre Ideal”, Revista Hombre Real, Abril, 1964.
V: Debo estar mirando en la esquina equivocada (murmuró Victoria).
Victoria estaba sentada en la alfombra azul celeste del
despacho de Carlota, hojeaba la revista que tenía delante. Era la edición de Mayo de 1964 de la revista
Hombre Real, el primer número cuidadosamente protegido en su funda de plástico.
El artículo que estaba leyendo se
titulaba “49
Cualidades Del Hombre Ideal”.
El título estaba escrito en grandes letras en la parte
izquierda de la página. En el lado
derecho se veía una fotografía en blanco y negro de una mujer joven mirando a
un hombre también joven vestido con traje. La chica tenía unos ojos grandes y soñadores,
lo cual no era de extrañar por lo guapo que era el chico al que miraba.
V: O es eso o hace tiempo que desaparecieron con los
nuevos planes de urbanización.
Carlota Martínez, ayudante editorial de la revista,
levantó sus ojos azules y miró a Victoria.
C: ¿Cómo dices? (le contestó Carlota)
V: Esto es lo que dice el artículo: “Hay un hombre ideal para cada una de nosotras esperando a la vuelta de la esquina”. Te aseguro que yo no lo he encontrado, Carlota.
He estado en muchas ciudades y he dado
la vuelta a muchas esquinas, pero el único hombre que me estaba esperando era
un asaltante de carteras.
C: No entiendo...
V: No fue así en realidad. Escucha. “¿Eres una mujer a la que le cuesta decidirse?
No te preocupes. La capacidad de tomar
decisiones es una de las cualidades del hombre de verdad. Ya se trate de decidir qué comer, qué ponerse
o dónde ir, tu hombre de verdad no tendrá problemas para saberlo” (Continuó
leyendo Victoria). Bien, ¿cuándo fue la
última vez que te encontraste con un hombre así?
C: No recuerdo...
V: Yo tampoco (dijo Victoria). El único hombre que he conocido que podría
parecerse al que describe el artículo es mi padre. El sí que era un hombre de verdad: encantador,
educado, distinguido (suspiró con nostalgia).
Su padre había muerto hacía varios años pero se acordaba
mucho de él.
V: Nunca he conocido a ningún hombre como el que describe
la revista que tenga por lo menos ochenta años.
C: ¿No? (Carlota preguntó dudando de la palabra de
Victoria). Bueno, estoy segura de que lo harás cualquier día. Y ahora, te estaba diciendo...
V: Desde luego no fue el sábado pasado (se quejó Victoria).
No te lo vas a creer. Daniel parecía perfecto cuando lo conocí, pero
no lo era. No era encantador, ni
educado, y menos aún decidido. Me llevó
de un restaurante a otro buscando el que tuviera el menú más pequeño. Dijo que se mareaba de leer todas aquellas
largas listas de aperitivos.
C: Vaya, es fascinante (Carlota le comentó de manera
irónica)
Victoria hizo una mueca.
V: Nada de eso. Ir
de un restaurante a otro pidiendo el menú para verlo y devolviéndoselo al mozo
diciéndole simplemente que no servía tal o cuál comida, no es mi idea de la
cita perfecta. Además, estaba
hambrienta.
C: ¿Hambrienta?
V: Muerta de hambre, sí (añadió Victoria con un movimiento
de cabeza). ¿Y sabes dónde terminamos
cenando? En una pizzería porque Daniel
finalmente recordó que sólo le gusta una clase única de pizza (dijo Victoria tamborileando
con el dedo sobre la foto del hombre en la revista). Este hombre no parece el tipo que llevaría a
una mujer a cenar a una pizzería en su primera cita. Haría algo más romántico... con velas, y
vino... (Victoria suspiró porque en su cita no había habido nada de eso). Daniel quería que pagáramos la cuenta a
medias. Seguro que el hombre de la foto
no haría algo así.
C: Seguro que no, querida (dijo Carlota levantando las
cejas). Ese hombre debe tener ochenta
años ahora. Seguro que te invitaría a
comer, aunque no creo que te invitara a salir teniendo en cuenta la diferencia
de edad (añadió Carlota frunciendo el ceño).
Estaba tan seria que Victoria no sabía si aquello era una
broma. Entonces recordó con quién estaba
hablando y decidió que no. Carlota era la ayudante editorial, un modelo de
eficiencia pero con poco sentido del humor negro.
Victoria puso la revista sobre el cristal de la mesa.
V: No tengo previsto salir con este hombre, Carlota. Sólo pretendía que sirviera de ejemplo para
explicarte que nunca he conocido a un hombre que tuviera las cualidades que
menciona el artículo.
C: No me sorprende (dijo Carlota sacudiendo la cabeza sin
despeinarse). Ese artículo se escribió
en 1964. Las cosas han cambiado bastante
desde entonces, Victoria, ya estamos en el Siglo XXI. Los hombres han cambiado, es otra generación.
Victoria le echó otro vistazo a la foto del hombre del
traje. No sólo era guapo, sino que
además parecía elegante, cortés, y con experiencia.
V: Claro (dijo Victoria). Los hombres que yo conozco podrían decirse
que son más bien torpes, no muy corteses y mal vestidos.
C: Y aquí es donde tú entras (dijo Carlota, tenía la piel
del rostro suave y perfecta, como si estuviera retocada por ordenador). Como has indicado, creo, esta lista de
cualidades está pasada de moda. Queremos que arregles eso.
Victoria llevaba trabajando para la revista Hombre Real casi
tres años, pero aún le costaba seguir el hilo del pensamiento de Carlota.
V: No creo que pueda cambiar a los hombres, Carlota, al
menos no he conseguido cambiar a ninguna de mis citas. Es algo con lo que tienes que aprender a
vivir.
Carlota ni siquiera sonrió.
C: A los hombres no, cariño. La lista. Queremos que la pongas al día, que la actualices
a la época actual, quiero decir el 2014.
V: ¿Queréis que encuentre las 49 cualidades del hombre de
verdad de la actualidad?
C: No, no. Quiero
que encuentres cincuenta (dijo Carlota con los ojos resplandecientes. Fue idea de Sofía, claro. Uno de los actos para celebrar el 50th
aniversario de la revista.
V: Debía habérmelo imaginado.
Sofía Watson era la Directora Editorial de la revista y
quería asegurarse de que hasta los nuevos lectores supieran la revista Hombre
Real estaban celebrando el 50th aniversario.
Todos los meses aparecería un artículo relacionado con
el aniversario de la revista, por pequeña que fuera la relación con el
tema. Había pedido la opinión de muchos
de los periodistas que trabajaban en ella, a Victoria también, pero no se había
esforzado mucho por dar una respuesta.
No era que tuviera nada en contra de la revista. Hombre Real era una revista que la mayoría de
sus artículos iban dirigidos a la mujer elegante, sexy y moderna, y además, le pagaban
muy bien.
Sin embargo, llevaba tiempo pensando que le gustaría escribir
algo de otro tipo, algo con más profundidad que los artículos que había escrito
como “El dormitorio que incita”, “Prendas que te hacen sentir atrevida” o el
que estaba escribiendo: “Las mejores recetas sensuales”.
Redactar una lista con las cincuenta cualidades del
hombre perfecto no era el cambio al que aspiraba.
V: Parece interesante (dijo Victoria después de pensarlo
un momento), pero no estoy segura de que yo sea la persona idónea para hacerlo.
Quiero decir que no he conocido a ningún
hombre así...
C: Ah, no te preocupes por eso. Los hemos buscado por ti.
V: ¿De veras? (preguntó sorprendida)
C: Sí, (Carlota abrió una carpeta y le entregó el
documento de varias páginas). Hay un
montón de hombres en esta lista.
V: Ernesto Soto, Harry Báez, Tom Miró (Victoria alzó la
vista). ¿Quiénes son?
C: Hombres Reales de verdad, por supuesto (dijo Carlota
mirando su copia). Ernesto Soto es
ecologista, Harry Báez es profesor de latín en la universidad y Tom Miró posee
una pequeña galería de arte y, por supuesto, contamos también con un
programador informático, el dueño de una boutique para hombres, un par de
empresarios, un asesor financiero...
V: ¿Un ecologista, un profesor de Latín y unos cuantos
programadores informáticos? ¿Y esos son ejemplos de los hombres que las mujeres
buscan hoy en día? (Victoria sintió un escalofrío). Se parecen bastante al tipo de hombres con
los que salgo habitualmente, Carlota, y, créeme, no son un buen ejemplo.
C: Según las mujeres encuestadas, sí lo son (contestó Carlota
encogiéndose de hombros). Solicitamos
un informe y una encuesta para saber sobre qué línea nos teníamos que mover.
V: ¿Y esto es lo que han averiguado? (preguntó Victoria con
un gesto de desprecio mirando la lista). Aquí no hay ningún «hombre de verdad». Ya sabes, hombres como Brad Pitt, George
Clooney, guapos y bien vestidos.
C: Pasados de moda, querida, pasados de moda. A las mujeres modernas ya no les interesan los
héroes que aparecen en el momento adecuado para rescatarlas. Las mujeres de hoy en día son muy capaces de
cuidarse solas.
Victoria pensó en los muchos peligros con los que se
había encontrado desde que llegó a la ciudad: un atracador en la calle, un
tipo raro que la siguió por el metro, y los pasos que escuchó una tarde dentro
del estacionamiento cuando iba a recoger su carro.
V: Puede ser que seamos capaces de cuidarnos solas pero
eso no significa que no nos guste que nos ayuden un poco de vez en cuando.
C: Las mujeres de ahora quieren hombres que sean más...
ya sabes, modernos. Y ése es el tipo de
hombre que tú vas a conocer. ¿No es
emocionante?
V: Estoy encantada (mintió). Pero, ¿por qué es necesario que los conozca? ¿El mismo departamento que ha elaborado la
encuesta no podría hacer las entrevistas?
C: Lo mismo pensé Yo (dijo Carlota asintiendo
vigorosamente con la cabeza), pero Sofía no me quiso escuchar. Ella piensa que el artículo será mucho más interesante
y atraerá a más lectores si tú los conoces en persona; información de primera mano
para tu artículo, incluyéndole las fotografías de los hombres en cuestión.
Victoria dudaba mucho que unas fotografías de programadores
informáticos y ecologistas pudieran causar más interés entre las lectoras, y
menos a su carrera de periodista. Tal
vez debería rechazarlo. Había decidido
no aceptar más trabajos superficiales y aquél lo era. Claro, que había otros factores que considerar,
como el montón de facturas pendientes que aguardaban en la mesa de la cocina, o
el elevadísimo alquiler de su nuevo apartamento.
V: Supongo que si lo dice Sofía, no tengo más remedios...
pero, ¿Están seguras de que soy la persona adecuada para hacerlo? Me halaga que hayan pensado en mí pero aún
estoy trabajando en el artículo de “Las mejores recetas sensuales”. Además, para serte sincera, no he hecho muchos
trabajos de investigación, así es que...
C: Sofía cree que eres la persona más adecuada y yo estoy
de acuerdo. Posees todas las
credenciales necesarias.
V: Si te refieres a mi licenciatura en periodismo...
C: Victoria, no es eso (se apresuró a decir Carlota). Escribes bien, Victoria, pero no es eso a lo
que me refiero, sino al hecho de que has madurado y no estás comprometida.
V: Sólo tengo treinta y tres años.
C: Lo sé. Treinta
y tres años y no tienes ninguna carga. No
estás casada. Tu situación es muy
similar a la de la mayoría de nuestras lectoras... buscan desesperadamente ese
hombre especial que les brinde un real significado a sus vidas.
V: Yo no me describiría como desesperada.
C: Ya sabes lo que quiero decir. Tienes experiencia. Has salido con muchos hombres. De hecho, cada vez que te veo estás con
alguien nuevo (dijo Carlota levantándose en señal inequívoca de que la reunión
se había terminado). Entonces, todo
arreglado. Te agradezco que te ocupes
tú del tema, y estoy segura de que tu artículo será estupendo. Fíjate si no en el estupendo trabajo que
hiciste sobre la ropa para ir al trabajo. Mi armario mejoró gracias a él.
C: ¿De veras? (preguntó Victoria observando el traje azul
celeste que llevaba Carlota, muy parecido al que llevaba el día que se
conocieron).
V: Por supuesto (dijo Carlota rodeando su escritorio
para acercarse a Victoria y darle un breve apretón de manos). Estoy deseando ver a qué nuevas y chispeantes
conclusiones llegas.
Continuará…
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