domingo, 20 de abril de 2014

Capítulo 1

Capítulo 1
Victoria lee:
“Es difícil encontrar al hombre ideal.  ¿Aún no has encontrado al tuyo?  No desesperes.  Merece la pena esperarlo.  Lo reconocerás por su aspecto elegante y cortés, su actitud resuelta y su confianza en sí mismo. Créanme, hay un hombre ideal para cada una de nosotras esperando a la vuelta de la esquina”.
Artículo “49 Cualidades Del Hombre Ideal”, Revista Hombre Real, Abril, 1964.

V: Debo estar mirando en la esquina equivocada (murmuró Victoria).

Victoria estaba sentada en la alfombra azul celeste del despacho de Carlota, hojeaba la revista que tenía delante.  Era la edición de Mayo de 1964 de la revista Hombre Real, el primer número cuidadosamente protegido en su funda de plástico.  El artículo que estaba leyendo se titulaba “49 Cualidades Del Hombre Ideal”.  

El título estaba escrito en grandes letras en la parte izquierda de la página.  En el lado derecho se veía una fotogra­fía en blanco y negro de una mujer joven mirando a un hombre también joven vestido con traje.  La chica tenía unos ojos grandes y soñadores, lo cual no era de extrañar por lo guapo que era el chico al que mi­raba.

V: O es eso o hace tiempo que desaparecieron con los nuevos planes de urbanización.

Carlota Martínez, ayudante editorial de la revista, levantó sus ojos azules y miró a Victoria.
C: ¿Cómo dices? (le contestó Carlota)
V: Esto es lo que dice el artículo: “Hay un hombre ideal para cada una de nosotras esperando a la vuelta de la esquina”.  Te aseguro que yo no lo he en­contrado, Carlota.  He estado en muchas ciudades y he dado la vuelta a muchas esquinas, pero el único hombre que me estaba esperando era un asaltante de carteras.
C: No entiendo...
V: No fue así en realidad.  Escucha.  “¿Eres una mujer a la que le cuesta decidirse? No te preocupes.  La capacidad de tomar decisiones es una de las cualida­des del hombre de verdad.  Ya se trate de decidir qué comer, qué ponerse o dónde ir, tu hombre de verdad no tendrá problemas para saberlo” (Continuó leyendo Victoria).  Bien, ¿cuándo fue la última vez que te encontraste con un hombre así?
C: No recuerdo...
V: Yo tampoco (dijo Victoria).  El único hombre que he conocido que podría parecerse al que describe el artículo es mi padre.  El sí que era un hombre de verdad: encantador, educado, distinguido (suspiró con nostalgia).  

Su padre había muerto hacía varios años pero se acordaba mucho de él.

V: Nunca he conocido a ningún hombre como el que describe la revista que tenga por lo menos ochenta años.

C: ¿No? (Carlota preguntó dudando de la palabra de Victoria). Bueno, estoy segura de que lo harás cualquier día.  Y ahora, te estaba diciendo...
V: Desde luego no fue el sábado pasado (se quejó Victoria).  No te lo vas a creer.  Daniel parecía perfecto cuando lo conocí, pero no lo era.  No era encantador, ni educado, y menos aún decidido.  Me llevó de un restaurante a otro buscando el que tuviera el menú más pequeño.  Dijo que se mareaba de leer todas aque­llas largas listas de aperitivos.
C: Vaya, es fascinante (Carlota le comentó de manera irónica)

Victoria hizo una mueca.

V: Nada de eso.  Ir de un restaurante a otro pidiendo el menú para verlo y devolviéndoselo al mozo diciéndole simplemente que no servía tal o cuál comida, no es mi idea de la cita perfecta.  Además, estaba hambrienta.
C: ¿Hambrienta?
V: Muerta de hambre, sí (añadió Victoria con un mo­vimiento de cabeza).  ¿Y sabes dónde terminamos cenando?  En una pizzería porque Daniel finalmente recordó que sólo le gusta una clase única de pizza (dijo Victoria tamborileando con el dedo sobre la foto del hombre en la revista).  Este hombre no parece el tipo que llevaría a una mujer a cenar a una pizzería en su primera cita.  Haría algo más romántico... con velas, y vino... (Victoria suspiró porque en su cita no había habido nada de eso).  Daniel quería que pagáramos la cuenta a medias.  Seguro que el hombre de la foto no haría algo así.
C: Seguro que no, querida (dijo Carlota levan­tando las cejas).  Ese hombre debe tener ochenta años ahora.  Seguro que te invitaría a comer, aunque no creo que te invitara a salir teniendo en cuenta la diferencia de edad (añadió Carlota frunciendo el ceño).

Estaba tan seria que Victoria no sabía si aquello era una broma. Entonces recordó con quién estaba hablando y decidió que no. Carlota era la ayudante editorial, un modelo de eficiencia pero con poco sentido del humor negro.

Victoria puso la revista sobre el cristal de la mesa.

V: No tengo previsto salir con este hombre, Carlota.  Sólo pretendía que sirviera de ejemplo para expli­carte que nunca he conocido a un hombre que tuviera las cualidades que menciona el artículo.
C: No me sorprende (dijo Carlota sacudiendo la cabeza sin despeinarse).  Ese artículo se escribió en 1964.  Las cosas han cambiado bastante desde enton­ces, Victoria, ya estamos en el Siglo XXI.  Los hombres han cambiado, es otra generación.

Victoria le echó otro vistazo a la foto del hombre del traje.  No sólo era guapo, sino que además parecía ele­gante, cortés, y con experiencia.

V: Claro (dijo Victoria).  Los hombres que yo co­nozco podrían decirse que son más bien torpes, no muy corteses y mal vestidos.
C: Y aquí es donde tú entras (dijo Carlota, tenía la piel del rostro suave y perfecta, como si estuviera retocada por ordenador).  Como has indicado, creo, esta lista de cualidades está pasada de moda.   Queremos que arregles eso.

Victoria llevaba trabajando para la revista Hombre Real casi tres años, pero aún le costaba seguir el hilo del pensamiento de Carlota.

V: No creo que pueda cambiar a los hombres, Carlota, al menos no he conseguido cambiar a nin­guna de mis citas.  Es algo con lo que tienes que aprender a vivir.

Carlota ni siquiera sonrió.

C: A los hombres no, cariño.  La lista.  Queremos que la pongas al día, que la actualices a la época actual, quiero decir el 2014.
V: ¿Queréis que encuentre las 49 cualidades del hombre de verdad de la actualidad?
C: No, no.  Quiero que encuentres cincuenta (dijo Carlota con los ojos resplandecientes.  Fue idea de Sofía, claro.  Uno de los actos para celebrar el 50th aniversario de la revista.
V: Debía habérmelo imaginado.

Sofía Watson era la Directora Editorial de la revista y quería asegurarse de que hasta los nuevos lectores supieran la revista Hombre Real estaban celebrando el 50th aniversario.

Todos los meses aparecería un artículo rela­cionado con el aniversario de la revista, por pequeña que fuera la relación con el tema.  Había pedido la opinión de muchos de los periodistas que trabajaban en ella, a Victoria también, pero no se había esforzado mucho por dar una respuesta.  

No era que tuviera nada en contra de la revista.  Hombre Real era una revista que la mayoría de sus artículos iban dirigidos a la mujer elegante, sexy y moderna, y además, le pagaban muy bien.  

Sin embargo, llevaba tiempo pensando que le gustaría es­cribir algo de otro tipo, algo con más profundidad que los artículos que había escrito como “El dormitorio que incita”, “Prendas que te hacen sentir atrevida” o el que estaba escribiendo: “Las mejores re­cetas sensuales”.

Redactar una lista con las cincuenta cualidades del hombre perfecto no era el cambio al que aspiraba.

V: Parece interesante (dijo Victoria después de pensarlo un momento), pero no estoy segura de que yo sea la persona idónea para hacerlo.  Quiero decir que no he conocido a ningún hombre así...
C: Ah, no te preocupes por eso.  Los hemos busca­do por ti.
V: ¿De veras? (preguntó sorprendida)
C: Sí, (Carlota abrió una carpeta y le entregó el documento de varias páginas).  Hay un montón de hombres en esta lista.
V: Ernesto Soto, Harry Báez, Tom Miró (Victoria alzó la vista).  ¿Quiénes son?
C: Hombres Reales de verdad, por supuesto (dijo Carlota mirando su copia).  Ernesto Soto es ecologista, Harry Báez es profesor de latín en la universi­dad y Tom Miró posee una pequeña galería de arte y, por supuesto, contamos también con un programador informático, el dueño de una boutique para hom­bres, un par de empresarios, un asesor financiero...
V: ¿Un ecologista, un profesor de Latín y unos cuantos programadores informáticos? ¿Y esos son ejemplos de los hombres que las mujeres buscan hoy en día? (Victoria sintió un escalofrío).  Se parecen bas­tante al tipo de hombres con los que salgo habitualmente, Carlota, y, créeme, no son un buen ejemplo.
C: Según las mujeres encuestadas, sí lo son (con­testó Carlota encogiéndose de hombros).  Solicita­mos un informe y una encuesta para saber sobre qué línea nos teníamos que mover.
V: ¿Y esto es lo que han averiguado? (preguntó Victoria con un gesto de desprecio mirando la lista).  Aquí no hay ningún «hombre de verdad».  Ya sabes, hombres como Brad Pitt, George Clooney, guapos y bien vestidos.
C: Pasados de moda, querida, pasados de moda.  A las mujeres modernas ya no les interesan los héroes que aparecen en el momento adecuado para rescatarlas.  Las mujeres de hoy en día son muy capaces de cuidarse solas.

Victoria pensó en los muchos peligros con los que se había encontrado desde que llegó a la ciudad: un atra­cador en la calle, un tipo raro que la siguió por el me­tro, y los pasos que escuchó una tarde dentro del estacionamiento cuando iba a recoger su carro.

V: Puede ser que seamos capaces de cuidarnos solas pero eso no significa que no nos guste que nos ayuden un poco de vez en cuando.
C: Las mujeres de ahora quieren hombres que sean más... ya sabes, modernos.  Y ése es el tipo de hombre que tú vas a conocer.  ¿No es emocionante?
V: Estoy encantada (mintió).  Pero, ¿por qué es necesario que los conozca?  ¿El mismo departamento que ha elaborado la encuesta no podría hacer las entrevistas?
C: Lo mismo pensé Yo (dijo Carlota asintiendo vigorosamente con la cabeza), pero Sofía no me quiso escuchar.  Ella piensa que el artículo será mucho más in­teresante y atraerá a más lectores si tú los conoces en persona; información de primera mano para tu artículo, incluyéndole las fotografías de los hombres en cuestión.

Victoria dudaba mucho que unas fotografías de progra­madores informáticos y ecologistas pudieran causar más interés entre las lectoras, y menos a su carrera de periodista.  Tal vez debería rechazarlo.  Había decidido no aceptar más trabajos superficiales y aquél lo era.  Claro, que había otros factores que consi­derar, como el montón de facturas pendientes que aguardaban en la mesa de la cocina, o el elevadísimo alquiler de su nuevo apartamento.

V: Supongo que si lo dice Sofía, no tengo más remedios... pero, ¿Están se­guras de que soy la persona adecuada para hacerlo?  Me halaga que hayan pensado en mí pero aún estoy trabajando en el artículo de “Las mejores recetas sen­suales”.  Además, para serte sincera, no he hecho mu­chos trabajos de investigación, así es que...
C: Sofía cree que eres la persona más adecuada y yo estoy de acuerdo.  Posees todas las credenciales ne­cesarias.
V: Si te refieres a mi licenciatura en periodismo...
C: Victoria, no es eso (se apresuró a decir Carlota).  Escri­bes bien, Victoria, pero no es eso a lo que me refiero, sino al hecho de que has madurado y no estás comprometida.
V: Sólo tengo treinta y tres años.
C: Lo sé.  Treinta y tres años y no tienes ninguna carga.  No estás casada.  Tu situación es muy similar a la de la mayoría de nuestras lectoras... buscan deses­peradamente ese hombre especial que les brinde un real significado a sus vidas.
V: Yo no me describiría como desesperada.
C: Ya sabes lo que quiero decir.  Tienes experiencia.  Has salido con muchos hombres.  De hecho, cada vez que te veo estás con alguien nuevo (dijo Carlota levantándose en señal inequívoca de que la reunión se ha­bía terminado).  Entonces, todo arreglado.  Te agra­dezco que te ocupes tú del tema, y estoy segura de que tu artículo será estupendo.  Fíjate si no en el estupendo trabajo que hiciste sobre la ropa para ir al trabajo.  Mi armario mejoró gracias a él.
C: ¿De veras? (preguntó Victoria observando el traje azul celeste que llevaba Carlota, muy parecido al que llevaba el día que se conocieron).
V: Por supuesto (dijo Carlota rodeando su escri­torio para acercarse a Victoria y darle un breve apretón de manos).  Estoy deseando ver a qué nuevas y chispean­tes conclusiones llegas.


Continuará…

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