domingo, 4 de mayo de 2014

Capítulo 14

 Capítulo 14
¡El hombre ideal está dispuesto a comprometerse!  Cuando ese hombre se enamora, lo siente de veras, y querrá llevarte al altar sin dilación.
49 Cualidades Del Hombre ideal”, Revista Hombre Real, Abril, 1964.

Marcos estaba escribiendo.  Sus protagonistas acababan de pasar la noche juntos y Marcos no sabía qué les iba a ocurrir.  Todos sus otros libros acababan siempre igual: el malo entre rejas y el protagonista y la chica desnudos en la cama, lo que le hizo acordarse de la noche que había pasado con Victoria.   Resultaba que era más romántico de lo que creía.

Se estiró en la silla y cruzó las manos detrás del cuello.  Se sentía muy bien esa mañana.  Casi había ter­minado el libro, y, después de la noche que había pa­sado con Victoria, se imaginaba que también había conse­guido ser uno de esos hombres ideales.  Sólo le quedaba encontrar un buen final para Hunter y Bridgett.

Iba por la tercera versión cuando llegó Jaime.

J: He leído la primera parte de tu manuscrito.  No está mal (dijo Jaime dejando el taco de hojas en la mesa de la cocina).  No está mal.  Un poco distinto de tu tono habitual, pero no está mal.   ¿Cuándo estará ter­minado?
M: Pronto (prometió Marcos).  O tal vez nunca, si no imagino un final.
J: Ya lo encontrarás (Jaime se sentó frente a Marcos a la mesa). Pero no te agotes en la búsqueda.  Pareces exhausto.  ¿Has estado toda la noche despierto escri­biendo otra vez?
M: Algo así (contestó Marcos).

Había estado despierto casi toda la noche, y habían ensayado un par de escenas.  Sonrió al recordarlo.  

***Inicio del Flashback***
Cuenta Marcos:
Continué con un camino de besos desde el cuello hasta los pies de Victoria, memorizándome de punta a punta hasta volver a sus labios, lentamente nos fuimos entregando a nuestros sentimientos, mientras mis manos recorrían de arriba hacia abajo una y otra vez por su espalda.

Cuenta Victoria:  
El tenerlo encima mío hacia aumentar esa necesidad y ansiedad de que nuestros cuerpos y nuestras almas se juntaran formando una sola, algo que fuese de los dos, de una manera especial, única.  Sentía en mis venas una especie de líquido caliente que se extendía a través de todo mi cuerpo.  Cerré los ojos y deje que aquellas sensaciones me invadieran completamente, abrace fuerte a Marcos para determinar si él estaba sintiendo lo mismo, el hundió su cara en mis pechos, alzo su rostro y nuestras miradas se encontraron, sus ojos tenían un brillo especial, acaricio mi mejilla con la punta de su nariz mientras me decía:
M: Te amo mi amor, sos la mujer de mi vida
En ese momento me sorprendí ante la confesión de Marcos.
Tome su rostro y busqué nuevamente su mirada.

V: Ámame, Marcos

El solo sonrió y atrapó mis labios en un beso dulce, nuestras intimidades se rozaron haciéndonos estremecer, volvió a mirarme a los ojos y en un movimiento casi instintivo separe un poco las piernas, el apoyo su frente con la mía y volvió a unir nuestros cuerpos lentamente, empujó varias veces más hasta que un gemido de placer se coló por mi garganta, me aferre a su espalda mientras el besaba mi cuello y seguía acariciándome era un momento mágico, lleno de placer, éramos nosotros solos, el mundo parecía haberse detenido para vivir este amor, éramos una sola persona, nuestros cuerpos se atraían cada vez más, el placer en mi aumentaba, Marcos, estaba en mí, podía sentirlo, podía sentir como su amor se apoderaba de mi ser, de mi cuerpo.. estaba tocando el cielo con las manos, cerré mis ojos con fuerza, mis uñas se clavaban cada vez más fuerte en la espalda de Marcos, estaba en otro mundo, sentí que mi cuerpo se revolucionaba, sentí como el amor de Marcos corría dentro de mí, perdida en ese fuego que sentía, la adrenalina en mi cuerpo aumentó, mi sangre fluyó a toda velocidad, mi corazón latía fuerte, sentía que explotaba, sentí algo nuevo, algo que tal vez, ya antes había sentido, sentía que ese amor que estaba recibiendo, de alguna manera quedaría grabado en mí, realmente sentí algo especial..
***Final del Flashback***

Esa noche ensayarían otra, y la noche siguiente otra, y así toda la vida.  Detuvo el hilo de pensamiento al darse cuenta de algo.  No sólo quería unas cuantas noches con Victoria.  Quería pasar todas las noches de su vida con ella.  Y exactamente eso era lo que Hunter quería ha­cer con Bridgett.

M: ¿Puedo preguntarte algo, Jaime?
J: Claro (una sombra cruzó el rostro de Jaime).  Siempre que no tenga nada que ver con las mujeres.
M: Oh, no. ¿Ivana y tú no lo habéis solucionado?
J: No (respondió Jaime).  He hecho todo lo imaginable para demostrarle que soy su hombre, pero sigue queriendo que vayamos a ver al consejero matri­monial.
M: Bueno... (Marcos dudó un momento cómo pre­guntar a Jaime).  Mi pregunta tiene algo que ver con las mujeres, pero creo que es algo que tú debes dominar.
J: Lo dudo, pero pregunta.
M: ¿Cómo te declaraste?

Jaime abrió mucho los ojos y por un momento se quedó mudo de sorpresa.  Finalmente se rió.

J: ¿Cuál de las tres veces?

El teléfono estaba sonando cuando Victoria llegó a su apartamento.

V: ¿Sí?
E: Ya era hora de que llegaras (dijo Estela casi histérica).  ¿Dónde has estado?  Estaba volviéndome loca.
V: He ido a recoger las pruebas de las fotos que hi­cimos en Deportes Al Aire Libre (dijo Victoria).  Tienes que ver­las.  No están mal.
E: No me importa.  Quiero detalles, Victoria, detalles.
V: ¿Sobre qué? (preguntó Victoria inocentemente).
E: Sobre anoche, tonta (dijo Estela impaciente).  Quiero detalles sobre la investigación literaria con Marcos.
V: Ah, eso (repuso Victoria).  

Victoria tuvo que hacer un esfuerzo con­siderable para no pensar en la noche que ha­bía pasado con Marcos.

V: Bueno, le ayudé con una es­cena del libro (añadió Victoria).

Aunque había sido más de una.  Después de la escena de la playa, habían probado con una escena en la ducha, una escena en la cocina mientras buscaban algo para comer y una escena de rescate realmente erótica en el sofá.

***Inicio del Flashback***
En la mañana…
Victoria estaba en la ducha y desde la cocina Marcos escuchaba el ruido del agua del baño, se la imaginaba a Victoria bañándose desnuda, con el agua cayendo en su cuerpo y no se pudo resistir, prácticamente sin hacer ruido llego hasta el baño y allí la vio, de espaldas en la ducha con el agua que caía en su cabeza y seguía en su espalda y luego seguía el recorrido de las curvas de su cuerpo.  Marcos lentamente y sin hacer ruido se quitó toda su ropa, entrando en la ducha acercándose un poco a ella y la tomo bruscamente de la cintura y mordió su oreja.  Ella sintió sobre su cuerpo desnudo las fuertes manos de marcos se dio media vuelta y quedo frente a él lo tomo de los hombros, lo miró fijamente a los ojos y lo jalo hacia ella mojándolo, el apretó el cuerpo desnudo de su amada contra el suyo y ella ya no resistió y lo besó , lo besó tan intensamente que ya ni el agua de la ducha pudo apagar el intenso fuego que emitía el contacto de sus cuerpos, lo besó como nunca antes, algo agitada y ansiosa por sentir el cuerpo desnudo de Marcos sobre el suyo y le dijo al oído, Marcos por favor lléveme al fin del mundo...
***Final del Flashback***

E: ¿Era una escena de sexo? (preguntó Estela volviendo a la realidad a Victoria).
V: Podrías llamarlo así, sí.
E: Sigue.  Sigue.  ¿Estuvo bien?
V: Estuvo genial (admitió Victoria).
E: Es tan bueno como en sus libros, ¿verdad? (preguntó Estela con el propósito de satisfacer su curiosidad y al no oír la voz de su amiga).  Pensé que tenía que serlo.  Me alegro mucho por ti.  ¿Cuándo volverás a verlo?
V: No lo sé.  Tenemos una entrevista con un ortodoncista esta tarde, pero...
E: ¿Un qué? (preguntó Estela).
V: Un ortodoncista (dijo Victoria mientras comproba­ba que otra tabla del suelo se había levantado).  Pare­ce que cuatro de cada cinco mujeres identifican a su ortodoncista con el hombre ideal.
E: ¿Pero dónde habéis encontrado a esas mujeres? (preguntó Estela).  Escucha, tengo malas noticias.  Marvin pidió Volaise a la Grecque, pero no sabía lo que era.  Ni siquiera leyó la carta.  El camarero lo sugi­rió y él lo pidió.  La señora Grisly oyó cómo lo pedía.  ¿Te lo imaginas?  ¿Quién va a un restaurante francés y pide de esa forma?
V: Parece que Marvin (dijo Victoria).  Supongo que, después de todo, la muerte de Franklin fue un accidente.
E: Sí, debo reconocer que fue un accidente (reconoció Estela abatida).  Estaba tan se­gura de que tenía razón, pero no ha sido así.  Una pena.
V: Sí, una pena (dijo Victoria con descuido).  

Colgó el teléfono, decepcionada, y aliviada al mismo tiempo.  Así ya no tenía que preocuparse de las advertencias de Marcos.

¡Marcos!  Victoria se apoyó en la encimera de la cocina y pensó en el cuerpo de Marcos y sus largas piernas, desnudo para ella, mirándola con unos ojos llenos de pasión en el momento en que la penetró.  No era bueno en la cama.  Era genial.  Pero lo que más le preocupaba era que se estaba acostumbrando a su presencia constante en su vida.

Se dejó caer en el sofá y se puso a revisar las fotos.  Había unas cuantas buenas de Angie delante de una tienda de campaña, la ropa interior de cuero y un par de Gerald, con su aspecto elegante y cortés tan pareci­do al de Brad Pitt.

¡Y tan distinto de Marcos!  No había duda.  Pasar la noche con Marcos había sido un gran error y debería haber tenido más sentido común.   Había sido genial y Marcos le gustaba pero no era el tipo de hombre que ella buscaba.   No era elegante, ni sofisticado, y creía que una tarde divertida era jugar con sus sobrinos.   No tenía sentido del gusto en decoración ni del estilo y no sabía cómo seducir y enamorar a una mujer.   Desayunaba cereales y bebía té, y, aunque era un buen ejemplo del hombre actual, sabía muy bien que no tenía ningún futuro con él.   

Acostarse con él estaba fuera de toda lógica porque no quería darle ideas equivocadas.   Además, los hombres como él no eran maduros y no pensaban en el compromiso.  Sin embargo, sería mejor que pusiera fin a aquello ya, antes de darle ideas.

Cuando Marcos llegó a recogerla para ir a la entrevista con el ortodoncista, Victoria ya tenía preparado el discurso de despedida.   Había roto con muchos hombres y sabía cómo hacerlo, pero debía tener cuidado de mostrarse diplomática.   Algunos de esos hombres se habían mostrado sorprendidos de que quisiera cortar con ellos, otros se habían mostrado irritados, y el resto aliviados.  Pensó inconscientemente que eso sería lo que ocurriría con Marcos.  Estaba concentrada en que era lo mejor.

Pero casi cambió de idea al verlo entrar por la puerta de muy buen humor, vestido para hacer la en­trevista, increíblemente atractivo.

M: Hola (saludó al entrar, dirigiéndose hacia ella para darle un rápido beso que Victoria trató de no disfru­tar).  ¿Cómo van las cosas por aquí?  ¿Qué se ha roto esta vez?
V: Nada (dijo ella esforzándose por sonreír).  Todo funciona perfectamente.  Escucha, he cambiado la cita con el ortodoncista.  Está libre mañana por la tarde, si te viene bien.
M: Claro.  Así tendré todo el día para lavarme los dientes (dijo con una sonrisa que rápidamente se congeló al mirarla).  Estás pálida.  ¿Te ocurre algo?
V: N…no exactamente.  He estado pensando.
M: Yo también (dijo Marcos), y creo que deberías traerte ropa limpia.  Mañana tenemos cita con el hom­bre del tiempo por la mañana temprano.
V: No creo que pueda hacerlo.  ¿Crees que podrías ocuparte tú solo? (dijo Victoria tragando con dificultad).
M: Supongo que sí (repuso Marcos frunciendo el ceño), pero aun así, puedes ir a hacer lo que tengas que hacer directamente desde mi casa.
V: No creo que sea una buena idea.  De hecho, no creo que sea buena idea que sigamos viéndonos, al menos de forma personal (dijo Victoria retor­ciéndose las manos con nerviosismo).
M: ¿Qué? (preguntó Marcos atónito).
V: No creo que sea una buena idea.  Me gustó mu­cho estar contigo pero... no deberíamos dejar que se convirtiera en un hábito.  Después de todo, sólo esta­mos escribiendo juntos un artículo.  Cuando lo termi­nemos, también lo nuestro terminará.
M: ¿Terminará? (repitió Marcos lívido).
V: Sí (dijo Victoria aclarándose la garganta).  De he­cho, creo que sería mejor que dividiéramos la lista en dos (dijo tomando un trozo de papel de la mesa del salón).  Ya tienes mucha práctica haciendo entrevis­tas, así es que no creo que tengas problemas.
M: A mí me toca el ortodoncista y el hombre del tiempo (dijo Marcos cuando leyó el papel que Victoria le había entregado).
V: Sí.  Y yo me quedo con el arqueólogo y el presi­dente de una empresa.
M: Crees que ellos son mejores que yo, ¿verdad?   Marcos la miró con una expresión tan sorprendida y dolida que Victoria quiso que se la tragara la tierra.
V: No, no es eso.  Yo...
M: No lo estás haciendo bien, ¿sabes? (dijo Marcos metiéndose la mano en el bolsillo y apoyándose en el quicio de la puerta).
V: ¿Cómo dices?
M: Se supone que tienes que decirme que aunque lo pasamos bien juntos y soy una persona muy especial, crees que los dos seríamos más felices si viéramos a otras personas.  Entonces yo estaría de acuerdo porque normalmente lo estoy (Marcos bajó la vista y la volvió a subir para mirar, lleno de tristeza, a Victoria).  Desafortunadamente, en este caso no es así.  No seré más feliz viendo a ninguna otra mujer (se encogió de hombros).  Lo siento, pero no es así.
V: Lo siento. Yo no...
M: No tienes que dar explicaciones, Victoria.  Conozco bien este tipo de escenas (abrió la puerta para marcharse).  De hecho, soy experto en ellas.

Continuará…

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