Dos horas después, Victoria estaba en el apartamento de Estela
tomando un té con una temblorosa pero triunfal Estela, un detective de la
policía llamado Frank, y el hombre más fantástico que había conocido nunca, Marcos.
E: Fue muy extraño (explicaba Estela). Le dije a Gerald todo lo que había averiguado,
y cómo supe lo que todos habían pedido y entonces le pregunté si recordaba algo
más de la noche de la cena.
Se detuvo para dar un sorbo de té. Victoria miró a Marcos. Estaba sentado en un sillón y tenía el aspecto
que ella recordaba: el pelo revuelto, un poco de barba, camiseta y pantalones jeans.
Le estaba costando mucho no mirarlo,
pero él apenas si la miraba a ella. Victoria
cruzó los dedos. Su plan tenía que
funcionar.
F: Siga (le dijo Frank a Estela).
E: Gerald tenía una expresión extraña en la cara y lo
siguiente que recuerdo es que cerró la puerta y... (Estela sintió un escalofrío),
¡y me atacó! ¿Lo podéis imaginar? Fue como si estuviera en un mal sueño. Tuve mucho miedo (miró a Frank con absoluta
gratitud). Si la policía no hubiera
llegado...
F: No fue sólo la policía, señora (dijo Frank sonrojándose
y haciendo un gesto hacia Marcos). Si el
señor Guerrero no nos hubiera llamado cuando lo hizo, insistiendo en que su
vida corría peligro y en que teníamos que ir rápidamente...
M: Victoria me llamó (intervino Marcos mirándola
brevemente). Ella fue quien tuvo la sospecha. Cuando yo llegué, ya lo tenían todo bajo
control. Llegué a tiempo para ver el
arresto, lo cual fue muy instructivo para mí. Hasta pude tomar notas.
Victoria sintió que se derretía en el sofá. Aquél sí era un hombre ideal, su hombre ideal.
Se estaba quitando el mérito para
dárselo a Victoria cuando él había insistido en que él llamaría a la policía y
que ella tratara de tranquilizarse.
E: ¿Cómo lo supiste, Victoria? (preguntó Estela a
Victoria sacándola de sus pensamientos).
Victoria estaba tan distraída mirando a Marcos que apenas
si lo recordaba. Explicó lo de la
ensalada caesar y dejó que Estela le contara a Frank lo de su artículo.
F: Victoria, asumo que no tendrá ningún problema en
vender ese artículo a una revista (dijo Frank cuando Estela hubo terminado). Ha sido un buen trabajo de detectives. Pero la próxima vez que quiera escribir un
artículo de investigación, deberá acudir a la policía antes.
V: Nunca más volveré a hacerlo (dijo Victoria).
M: Victoria, me parece una buena idea (comentó Marcos levantándose).
Marcos le agradeció a Estela la taza de té. Victoria se levantó también. No podía dejar que se marchara.
V: ¿Quieres que me quede contigo esta noche, Estela? ¿O prefieres venir a mi casa?
E: No, gracias. Estoy
bien (dijo Estela para alivio de Victoria). Matthew está con un amigo y Frank se quedará
aquí un poco más.
F: Así es (confirmó Frank). Me aseguraré de que está bien. ¿Le importa que utilice su teléfono? Tengo que decirle a mi hermana dónde estoy, ya
que mi hijo Lucas, de 12 años, está al cuidado de ella.
Al oír al agente, como estaba al tanto del cuidado de su
hijo, Estela lo miró con ojos resplandecientes. Todavía tenía esa expresión mientras
acompañaba a Victoria y a Marcos a la puerta y les daba un abrazo de
agradecimiento.
Marcos echó a andar por el pasillo y Victoria tuvo que
acelerar el paso para alcanzarlo.
V: Marcos, Yo... también quería darte las gracias.
M: No tienes que hacerlo, Victoria. Lo único que hice fue llamar por teléfono (dijo
Marcos abriendo la puerta del edificio y sujetándola para que saliera Victoria
primero).
V: No fue sólo eso. Te las arreglaste para convencer a la policía
de que una ensalada Caesar constituía un asunto grave.
M: No fue tan difícil (dijo él encogiéndose de hombros),
aunque ayudó mucho que el hombre con quien hablé había leído todos mis libros.
V: Estoy segura de que sí lo fue (murmuró Victoria).
M: Imagino que un hombre ideal habría actuado de otra
manera. Habría ido hasta allí y se
habría ocupado personalmente de Gerald (dijo Marcos junto a su coche).
V: No, no lo habría hecho (aseguró Victoria mirándolo a
los ojos en el aparcamiento iluminado). Un
hombre ideal habría hecho exactamente lo que tú hiciste. Buscar la mejor solución al problema.
M: Sí, bueno (dijo Marcos comenzando a darse la vuelta
para montarse en su auto cuando Victoria lo detiene).
V: Marcos, necesito tu ayuda para otra cosa (insistió Victoria
en un último y desesperado intento).
M: ¿Qué? ¿Tienes
más amigas que se dedican a investigar asesinatos? (dijo él mirándola de nuevo).
V: No. Es el
artículo. Tengo un pequeño problema con
la cualidad número cincuenta.
M: A mí no me quedan ideas (dijo Marcos con la mandíbula
rígida).
V: A mí sí. Se me
han ocurrido algunas, pero quería consultarlas contigo.
M: Mándamelas por fax y les echaré un vistazo (dijo él
encogiéndose otra vez de hombros).
V: Te las puedo decir ahora (dijo Victoria, que no quería
que Marcos se mantuviera tan alejado de ella. Se acercó a él un poco más). ¿Qué
te parece “tolerante”? Digamos que una
hubiera hecho una gran estupidez, él siempre lo entendería.
M: No está mal (admitió él asintiendo con la cabeza tras
meditarlo un poco).
V: Y tengo otra “El hombre ideal siempre te dará una
segunda oportunidad” (Victoria lo miró a los ojos con expresión suplicante). Digamos que una mujer hubiera estropeado la
relación entre ambos, él siempre estaría dispuesto a volver a intentarlo.
M: Creo que ésa podría funcionar (dijo él poniéndose el
dedo en la barbilla en actitud pensativa).
V: Pero ésta es la que más me gusta (dijo Victoria con el
corazón a punto de estallar). “El hombre
ideal es aquél a quien amas”. Eso es lo
único que importa.
Marcos se mantuvo en silencio durante unos largos
minutos. Cuando finalmente habló, su
tono fue grave y hasta un poco ronco.
M: ¿Y tienes a alguien en mente?
V: Sólo tú (dijo Victoria).
Marcos no respondió y Victoria avanzó hacia él un poco
más y mirándolo directamente a los ojos le dice.
V: Mira, no te estoy sugiriendo nada. No, realmente. Quiero decir que no espero que tú... bueno,
que podríamos, pero... podríamos tomar un café o en tu caso té, y... dar una
vuelta en coche o... tal vez quieras que te ayude con alguna otra escena del
libro con la que tengas dificultades. Ver,
en fin, si algún día podrías...
M: Ya lo has hecho (dijo Marcos avanzando hacia ella y Victoria
se apresuró a abrazarlo).
Victoria casi lloraba de lo feliz que se sentía de estar
junto a él de nuevo. Marcos le acariciaba la cabeza mientras la
abrazaba como si fuera a perderla.
M: Será mejor que estés segura esta vez (le susurró Marcos
al oído). No quiero sentirme abandonado de nuevo. Esto es
para siempre.
V: Nunca volveré a hacer algo así (prometió Victoria). Y sí, esto es para siempre.
M: ¿Estás segura? (dijo Marcos mirándola a la cara). Después de todo, me gustan los cereales. Los como a todas horas.
V: No me importa. El hombre ideal come lo que quiere.
Los ojos de Marcos resplandecían aunque seguía habiendo
en ellos un resquicio de duda.
M: No viviremos en tu apartamento, por muy bonito y
maravilloso que creas que es. Ese sitio
es un desastre. Te mudarás a mi casa que
a partir de ahora se convertirá oficialmente en nuestra casa.
V: No me importa dónde sea, siempre que tú estés conmigo (dijo
Victoria).
No todos los hombres tenían un gran sentido de la
decoración, pero no era tan importante. Ella se ocuparía de algunos detalles, y de los
muebles...
M: ¿Nunca volverás a cenar a solas con un ecologista?
V: ¿Un qué? Claro
que no. Los evitaré como si fueran una
plaga (dijo Victoria acomodándose entre los brazos de Marcos, sonriendo).
Parecía que los hombres ideales eran celosos.
M: ¿Y harás todas las tareas de la casa? (preguntó Marcos
presionándole con una mano el trasero para acercarla a él aún más).
V: No (susurró Victoria a pesar de lo cerca que estaban y
del calor que emanaba de sus cuerpos ansiosos).
Al hombre ideal le gusta hacer las tareas de la casa dijo Victoria mordisqueándole
el lóbulo de la oreja.
M: Pues a mí no.
V: ¿y qué te parece si las hacemos los dos desnudos?
M: Entonces sí, (dijo Marcos emitiendo una carcajada y
asiéndola con más fuerza).
V: ¿Ves? Todo el tiempo supe que eras un hombre ideal, mi
hombre ideal.
M: ¿Lo piensas de veras¿ (preguntó él con un sonrisa
feliz).
V: Por supuesto dijo Victoria.
Continuará…
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